Era un ni?o con alma de hombre
Era un ni?o con alma de hombre. No lloraba; nunca llor�. No lo hac�a cuando se ca�a o se raspaba las rodillas, no llorabas cuando le re?�an o cuando se pegaba con los dem�s ni?os.
No llor� aquella tarde en el cementerio cuando todos los dem�s le daban el p�same. Ni un nudo en la garganta. Solo la mirada en el vac�o, al cielo.
Desde entonces disfrutaba d�ndole la vuelta a los escarabajos y viendo como estos agitaban las patas desesperados. Y cuando se cansaba los dejaba del rev�s, a su suerte. Si bien pod�a darse la vuelta se salvaban, si no el muchacho a la ma?ana siguiente correr�a a ver el cad�ver de su obra de arte.
Creci�, ya era un hombre, con el alma m�s vieja. De mirada vac�a y ojos secos. Hipotec� la luna para tener un piso a las afueras. Nunca tuvo sue?os, si no los hubiera vendido al mejor postor. Para �l solo ocupaban espacio demasiado grande en su maleta. Un estorbo muy grande para sus viajes hacia la nada.
Alquil� los atardeceres ?par qu� los quer�a? Nunca se fij� en ellos. Es m�s su reflejo le resultaba molesto cuando andaba por la calle, sobre todo cuando conduc�a su viejo coche.
A�n se pensaba el vender su alma, pero muchos de sus amigos le dec�a que no ten�a, por lo que le hac�a dudar si la ten�a o no. ?Y si la vendi� y no se acuerda?
Sec� sus l�grimas, hace mucho tiempo, antes de que sus noches no tuvieran lunas. Y las estrellas se las pagaron de un soplido. Nunca nadie le dijo que le quer�a de coraz�n.
Hipotec� la luna y alquil� los atardeceres.
No llor� aquella tarde en el cementerio cuando todos los dem�s le daban el p�same. Ni un nudo en la garganta. Solo la mirada en el vac�o, al cielo.
Desde entonces disfrutaba d�ndole la vuelta a los escarabajos y viendo como estos agitaban las patas desesperados. Y cuando se cansaba los dejaba del rev�s, a su suerte. Si bien pod�a darse la vuelta se salvaban, si no el muchacho a la ma?ana siguiente correr�a a ver el cad�ver de su obra de arte.
Creci�, ya era un hombre, con el alma m�s vieja. De mirada vac�a y ojos secos. Hipotec� la luna para tener un piso a las afueras. Nunca tuvo sue?os, si no los hubiera vendido al mejor postor. Para �l solo ocupaban espacio demasiado grande en su maleta. Un estorbo muy grande para sus viajes hacia la nada.
Alquil� los atardeceres ?par qu� los quer�a? Nunca se fij� en ellos. Es m�s su reflejo le resultaba molesto cuando andaba por la calle, sobre todo cuando conduc�a su viejo coche.
A�n se pensaba el vender su alma, pero muchos de sus amigos le dec�a que no ten�a, por lo que le hac�a dudar si la ten�a o no. ?Y si la vendi� y no se acuerda?
Sec� sus l�grimas, hace mucho tiempo, antes de que sus noches no tuvieran lunas. Y las estrellas se las pagaron de un soplido. Nunca nadie le dijo que le quer�a de coraz�n.
Hipotec� la luna y alquil� los atardeceres.
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