Masushieru

29 octubre 2006

Noches masnouinas

"Nunca miro atr�s �confes� recientemente Lou Reed en una entrevista-. S�lo veo cuerpos muertos. Puedes poner eso en la entrevista y luego decir que hubo risas".

Cristina de Suecia (rememorando a Descartes, que escribi� para ella Las pasiones del alma): �Las pasiones son la sal de la vida, somos felices o desdichados seg�n la intensidad que tengan�.

Descartes (a la melanc�lica princesa Isabel): Cuando la mente y el alma rebosan de alegr�a, ello ayuda mucho a la mejor salud del cuerpo y a que los objetos presentes parezcan gratos. Es preciso pensar que el final de lo que emprendemos ser� feliz si lo hacemos con cierto �ntimo sentimiento de gozo, mientras que, por el contrario, acabar�a mal si lo iniciamos con pesadumbre.

Cantaba Al-Hallaj:
Yo soy aquel a quien amo
y el que amo es yo.
Si me ves, lo ves
y si lo ves, nos ves a los dos.

Dice Abu Sa�id:
Habitas en mi coraz�n
aunque lo llenas de sangre

Diego de Torres Villarroel, �El ermita?o y Torres�: �Estoy, lector m�o, en la suave sola situaci�n de estos carrascos, salvaje racional de estas malezas. Aqu� me visita el tiempo m�s despacio, y se detiene conmigo algunos ratos�.
Nietzsche: �La valent�a de no retener ninguna pregunta en el coraz�n es lo que constituye al fil�sofo.�

Tom�s Moro: �Felices los que saben re�rse de s� mismos, porque nunca terminar�n de divertirse�.

Goethe: �Para m� no habr�a castigo m�s grande que habitar solo en el para�so.�

En la entrada �Filosof�a� de �El diccionario del diablo de Ambrose Bierce: �Ruta con muchos caminos, que conduce desde ninguna parte hasta la nada�

Charles-Joseph, Principe de Ligne: �Hay dos clases de tontos: los que de nada dudan y los que dudan de todo�.

Wittgenstein: ?Por qu� debiera uno decir la verdad si puede serle beneficioso decir una mentira?

Jenofonte: �Es noble y justo y piadoso y m�s placentero recordar las cosas buenas en vez de las malas�.

Juan de Mairena: El cinismo m�s aut�ntico, el que profesaron los griegos en el gimnasio de Cinosargos, es un culto fan�tico a la veracidad, que no retrocede ante las m�s amargas verdades del hombre. Os pondr� un ejemplo: Si el hombre fuera esencialmente un cerdo, solo el c�nico no se inclinar�a a guardarle el secreto; la virtud c�nica consistir�a en reconocerlo, proclamarlo y en aceptar valientemente el destino porcuno del hombre a trav�s de la historia�

Se cuenta del m�sico navarro Emilio Arrieta que la v�spera de su muerte le contest� a uno de sus apenados disc�pulos que se hab�a interesado por su salud: �?Muy mal, chico, muy mal! ?Tan mal, que si al amanecer me dicen que he muerto, no me chocar� nada!�


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